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Hoy no es un día cualquiera. Hoy Acapulco se detiene no por gusto, sino por necesidad. Porque ya fue suficiente. Hoy nuestros transportistas —padres, madres, hijos, trabajadores incansables— han dicho ¡basta! a la violencia, a la impunidad, al miedo con el que tienen que salir todos los días a ganarse la vida.

No es un bloqueo, es un grito. Un grito desesperado de quienes han perdido compañeros, amigos y familiares a manos de la delincuencia. Un grito de dolor por cada chofer asesinado, por cada ruta silenciada a balazos, por cada familia rota. Pero también es un grito de dignidad. Porque nadie, absolutamente nadie, merece vivir bajo amenaza por simplemente trabajar.

Los transportistas son parte esencial de esta ciudad. Son quienes nos mueven, quienes conectan nuestras comunidades, quienes permiten que la vida cotidiana siga su curso. Y sin embargo, son también quienes hoy están pagando con sangre la falta de seguridad y de justicia.

No se puede vivir con miedo a no regresar a casa. No se puede vivir esperando el próximo ataque, el próximo cobro de piso, el próximo compañero asesinado. Eso no es vida. Eso es abandono. Y el pueblo de Acapulco no puede ni debe acostumbrarse a vivir así.

Hoy alzamos la voz junto a ustedes, transportistas valientes. No están solos. Su dolor es el de todos. Y su lucha, también es la nuestra. Exigimos a las autoridades de todos los niveles que hagan su trabajo, que garanticen la seguridad que por derecho nos corresponde, que actúen con firmeza y responsabilidad. ¡Ya no queremos promesas! Queremos soluciones, justicia y paz.

Porque un pueblo que se une, no se detiene. Y hoy Acapulco está unido por una causa justa: la vida, la seguridad y el respeto por quienes mueven esta ciudad todos los días.

¡Fuerza, compañeros transportistas! Estamos con ustedes.

DANTE FIGUEROA GALEANA

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